Caigo y no se dónde empieza y termina el cielo, dónde tus sueños se pierden y se mezclan con los míos. y me siento una mujer. Libre y desnuda. No porque lo esté, si no porque todos mis secretos están expuestos en una galería de la Calle Corrientes.
Una presión en mis hombros. Un cosquilleo en la espalda. Esa alegría de sentir que te estás muriendo y que no te importa.
Escapo de vos porque soy caprichosa, una histérica de mierda que llama la atención a gritos y cuando no se la dan hace esas locuras de las que tanto te gustan. Pero no me hacés caso...
Ya puedo ver el piso: quinientos metros, doscientos... ¡Qué lindo que fue vivir!...
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