Sobre las ausencias que en realidad son presencias...

El esfuerzo que hago para no pensarte es otra forma que tengo de escuchar tu voz, de intentar recordarla, de sentir ese timbre y ese agudo y esa forma en la que dejabas caer tus palabras. Porque aunque ya no me creas yo sigo extrañándote, sigo pensando en que todavía estás en ese hospital y son las siete de la mañana y que tomo mi desayuno de obligado para después ir al colegio y luego ser parte de un horario de visita que nunca se concretará.
Ya no sos más un remís lleno de gente llorando, ya no sos un montón de gente en un cuarto persinandose y pidiendo perdón, tampoco esos, mis pasos carentes de alma por el cementerio, y mucho menos la voz de mi papá y de mi hermana llorando  tu nombre. No

Ahora sos el aire.
Sos la luz del Sol en las mañanas.
Sos una taza de café caliente en mis manos.
Sos la sonrisa de mis mejores amigos.
Sos la música que siempre escucho.
Sos los besos que me dan durante la noche, bajo las luces de neón.
Sos los abrazos que comparto, las películas que veo, la energía que siempre tengo antes de subirme a las tablas.
Sos alegría.
Sos vida.
Sos Barracas, Congreso, Once, Centro, Almagro, El Palomar, San Telmo, Pompeya, Obelisco, Capital y Provincia todo junto...todo.
Vieja, sos lo que le da valor y le pone sentimientos a las cosas.