- Tal vez es porque los dos nos sentimos solos, por eso es que estamos acá.- Dijo y buscó un cigarrillo en los pantalones que estaban en el suelo, en los que estaban sobre la mesita de luz, en cualquier lado.
Sintió que su respiración tenía un dejo de angustia o de tristeza y que la sangre volvía a brotarle en dirección al cerebro (iluminando nuevas ideas, tan claras que parecía que pensaba por primera vez) y no en dirección a su pene. De pronto se dio cuenta de que el otro no hablaba, que lo demás era silencio; que ese cuarto de hostel, el pasillo, el baño, la cocina, la fiesta del segundo piso, la gente ebria y drogada, sus risas absurdas y la música pop: todo era silencio.
Un escalofrío recorrió la espalda del otro, su acompañante entre las sábanas, trayendo la escena de vuelta a su curso, a la acción.
- Acá está.- Dijo el acompañante, sacando una cajetilla de cigarrillos de abajo del colchón, asumiendo que eso era lo que Lucas estaba buscando tan intensamente. La dejó caer en su mano.
- Gracias… Marcos.- Sí, pensó en ese nombre (en su nombre) y por suerte pudo pensar otra vez y decirse a sí mismo “No, él no se llama así, él no es…”. Nada más que el reflejo en acciones de las costumbres, los modos de ser con los que uno convive por cinco años y que tiene que arrancarse de la piel y de la mente.
- Acá está.- Dijo el acompañante, sacando una cajetilla de cigarrillos de abajo del colchón, asumiendo que eso era lo que Lucas estaba buscando tan intensamente. La dejó caer en su mano.
- Gracias… Marcos.- Sí, pensó en ese nombre (en su nombre) y por suerte pudo pensar otra vez y decirse a sí mismo “No, él no se llama así, él no es…”. Nada más que el reflejo en acciones de las costumbres, los modos de ser con los que uno convive por cinco años y que tiene que arrancarse de la piel y de la mente.
-No, de nada Lucas.- También esperaba escuchar esa voz y esa forma en la que él hacía caer las palabras. Pero en vez de eso Lucas percibió un sonido hueco, sin significado. Un sonido que bien podría haber salido de la boca de cualquiera de los hombres que ahora estarán bailando en la fiesta, de los que eran de su agrado físico y de su inclinación sexual, y que hubiese sonado igual: hueco.
Ahora que ambos habían fallecido, revivido, llorado sus penas el uno con el otro en un acto tan egoísta con el prójimo como la masturbación usando un cuerpo ajeno necesitaban fumar. Lo necesitaban.
La irónica necesidad de visualizar algo consumiéndose a sabiendas de que las únicas cosas que se consumen son el cuerpo y el alma.
Adentro de la cajetilla estaba el encendedor.
Una escalera, pensó Lucas insertando el cigarrillo en la boca de Marcos. Acabo de bajar dos escalones en la escalera de mi vida. Insertó otro de los cigarrillos en su boca. Soy un desastre. Encendió el suyo y acercó la punta para encender el del acompañante. Tenía que probar esa sensación de garcharme a alguien asumiendo que era sólo un garche de una noche. El cigarrillo ajeno se encendió. Pero no de esta manera. Ambos desprendieron humo por la boca.
Repasemos: Estaba bailando un tema de Lady Gaga (siguiéndole la corriente a Gonzalo, ya que “Mommy Monster es lo mejor que uno puede escuchar para olvidarse de un flaco y levantarse otro a la vez”, gracias querido hermano del alma.) cuando alguien se acercó, ni me preguntó mi nombre y me comió la boca. Abro los ojos y está bueno. Bien. Abro de vuelta los ojos y ya me está metiendo la mano donde no debe. Digamos que…bien. Los abro por última vez y el susodicho me está arrastrando al cuarto de mi amiga, me saca la remera y entra en una lucha violenta contra mi cinto y el cierre de mi pantalón. Ehmmm. No sé cómo pero ya estoy desnudo y garchándome a este flaco. Mal.
Pero no… No empezó todo ahí, empezó cuando…
- ¿Qué hora es?
- ¿Qué hora es?
Preguntas innecesarias si las hay.
- ¿Cómo?
- Que qué hora es. Vos tenés tu celu en tu pantalón y tu pantalón está ahí.- apuntó a la mesita de luz sonriendo, como regodeándose de su logro y de la extrema sabiduría que produce el tocarle de una manera habilidosa la entrepierna a alguien.- Lo sacás y me decís la hora porfa.- Esa forma de hablar tan linda que tenés. Pareces todo un nene de veintiún años. Que bonito lo que me decís.
- Ok.-saca su celular del bolsillo, mira la hora.-Seis y veinte.
- Gracias.
- No, de nada.
- Disculpame, es que siempre quiero saber qué hora es. Una de las manías locas que tengo-las manías no son locas, son sanas- Si tuviera que vivir en una isla desierta sólo necesitaría un reloj y tranquilamente podría sobrevivir...-se ríe, con una sonrisa falsa.-.
- ¿Cómo?
- Que qué hora es. Vos tenés tu celu en tu pantalón y tu pantalón está ahí.- apuntó a la mesita de luz sonriendo, como regodeándose de su logro y de la extrema sabiduría que produce el tocarle de una manera habilidosa la entrepierna a alguien.- Lo sacás y me decís la hora porfa.- Esa forma de hablar tan linda que tenés. Pareces todo un nene de veintiún años. Que bonito lo que me decís.
- Ok.-saca su celular del bolsillo, mira la hora.-Seis y veinte.
- Gracias.
- No, de nada.
- Disculpame, es que siempre quiero saber qué hora es. Una de las manías locas que tengo-las manías no son locas, son sanas- Si tuviera que vivir en una isla desierta sólo necesitaría un reloj y tranquilamente podría sobrevivir...-se ríe, con una sonrisa falsa.-.
Primero se creó el silencio. Luego vino el inevitable quiebre.
-Vos me esquivaste la pregunta.
- ¿Qué pregunta?
-No te hagás el tonto. ¿Te sentís tan solo como yo sí o no?
El acompañante sonrió, miró hacia otro lado y puso el cigarrillo entre sus labios. De costado es más impactante su belleza. El pelo rubio y cortado en mohicano con maquinita. Los ojos verdes, que no necesitan tener una expresión particular para ser bellos, sólo algo de buena luz. La punta del cigarrillo se tiñó de naranja y de a poco comenzó a desaparecer. Ese expansor negro de 10mm. La piel algo pálida y un tatuaje en inglés que habla sobre la libertad de los hombres en su cuello. ¿Por qué si sos un envoltorio tan perfecto visualmente no me produce nada estar compartiendo estas sábanas con vos? Hizo formas con el humo. Una. Dos. Tres. Sonrió divertido de nuevo. Cuando los nenes juegan en su mundo no saben que los grandes se arrepienten de haberles abierto la puerta que da a este infierno.
- ¿Alguna vez perdiste algo que nunca tuviste?- Claro, ahora el encuestado soy yo. Miró la cara de asombro de Lucas y siguió.- Yo nunca estuve de novio realmente con nadie. Siempre estuve con todos y por ende con ninguno. Me comí, me cogí y me cogieron muchos tipos. Muchos. De a uno. De a dos. De a tres. De a montones. Y siempre bailando. Siempre sonriendo. Siempre haciendo un show para que se diviertan todos. Siempre llamando la atención. Pero por dentro… Siempre llorando por dentro.- de nuevo las bocanadas de humo. Una, dos, tres, cuatro. Otra vez la sonrisa que pretendía ser tierna pero en el fondo ocultaba algo turbio. Otra vez me perdí en el medio de la charla y volví a recuperarme en algún momento.-....nunca tuve inocencia. De chico ya sabía que tenía un pito y para qué servía y que tenía que usarlo en algún momento. Pero no, primero otros usaron su pito conmigo y después, mucho después, yo pude usar el mío con ellos. Recién ahora entiendo por qué. Esa sensación de poder que uno siente sobre el otro cuando tiene sexo es demasiado fuerte. Tal vez en ese entonces era muy imbécil para tener tanto poder en mis manos. Tal vez ahora soy demasiado torpe e inconciente para diferenciar cuando el otro está caliente o simplemente quiere un mimo…- lo besó, pero esta vez de forma lenta, tranquila y acariciándole el hombro y la espalda con la mano que tenía libre. Su lengua sabía amarga y mojada. Esa sensación le agradaba. Se acercó a su cuello y lo besó tiernamente. Un beso. Dos besos. Tres besos. Y en el medio del humo pudo filtrarse algo del perfume de ambos. Ese olor a desnudez que cada uno llevaba encima.-
- Osea que te si sentís solo.- irónico, como siempre.-.
- Para simplificarte un poco las cosas sí: Me siento solo.
- ¿Y por qué no hacés algo al respecto?- Lo buscó con la boca y el otro no se dejó encontrar.
- No. Vos lo que necesitás es una pequeña y limitada dosis de todo lo que te estuve contando. Una pequeña y medicinal-puso el cigarrillo en su boca, tragó el humo rápidamente y lo despidió.- dosis de lo que te estuve hablando. ¿Ok?- el humo escapó con violencia de su boca mientras escupía las últimas palabras.
- ¿Cómo sabés que necesito eso?
- Simple.- empezó a hacer como que escribía con el dedo índice en su frente.- V-I-R-G-E-N. Por eso acepté. -¿aceptaste?- Me mentiste muy lindo con esos ojitos marrones.- ¿te mentí?- Después en el medio del bardo me di cuenta de que sabías muy bien como se hacía esto. Lo que nos lleva a una única conclusión: novio. Ex-novio. Él fue el primero y el único ¿no?-asesinaría a tu sonrisa de todas las formas posibles.-
El mejor remedio es el silencio. Lo explica todo. Lo explica todo y demasiado bien para mi gusto.
- Los conozco de todas las clases. De la tuya particularmente se me aparecen demasiados ejemplares. Fue hace muy poco ¿no?- o vos sos muy buen adivino o yo soy tan pelotudo como para dejar al descubierto mi situación sentimental en el rostro. Me juego por la segunda.- Fue hace unos cuantos meses pero vos sentís como… “Como si hubiera sido ayer”.- hizo una voz de telenovela, posó sus manos sobre el pecho y suspiró.- Get over it. A esta altura del partido el está disfrutando de los beneficios de la soltería.
- ¿Alguna vez perdiste algo que nunca tuviste?- Claro, ahora el encuestado soy yo. Miró la cara de asombro de Lucas y siguió.- Yo nunca estuve de novio realmente con nadie. Siempre estuve con todos y por ende con ninguno. Me comí, me cogí y me cogieron muchos tipos. Muchos. De a uno. De a dos. De a tres. De a montones. Y siempre bailando. Siempre sonriendo. Siempre haciendo un show para que se diviertan todos. Siempre llamando la atención. Pero por dentro… Siempre llorando por dentro.- de nuevo las bocanadas de humo. Una, dos, tres, cuatro. Otra vez la sonrisa que pretendía ser tierna pero en el fondo ocultaba algo turbio. Otra vez me perdí en el medio de la charla y volví a recuperarme en algún momento.-....nunca tuve inocencia. De chico ya sabía que tenía un pito y para qué servía y que tenía que usarlo en algún momento. Pero no, primero otros usaron su pito conmigo y después, mucho después, yo pude usar el mío con ellos. Recién ahora entiendo por qué. Esa sensación de poder que uno siente sobre el otro cuando tiene sexo es demasiado fuerte. Tal vez en ese entonces era muy imbécil para tener tanto poder en mis manos. Tal vez ahora soy demasiado torpe e inconciente para diferenciar cuando el otro está caliente o simplemente quiere un mimo…- lo besó, pero esta vez de forma lenta, tranquila y acariciándole el hombro y la espalda con la mano que tenía libre. Su lengua sabía amarga y mojada. Esa sensación le agradaba. Se acercó a su cuello y lo besó tiernamente. Un beso. Dos besos. Tres besos. Y en el medio del humo pudo filtrarse algo del perfume de ambos. Ese olor a desnudez que cada uno llevaba encima.-
- Osea que te si sentís solo.- irónico, como siempre.-.
- Para simplificarte un poco las cosas sí: Me siento solo.
- ¿Y por qué no hacés algo al respecto?- Lo buscó con la boca y el otro no se dejó encontrar.
- No. Vos lo que necesitás es una pequeña y limitada dosis de todo lo que te estuve contando. Una pequeña y medicinal-puso el cigarrillo en su boca, tragó el humo rápidamente y lo despidió.- dosis de lo que te estuve hablando. ¿Ok?- el humo escapó con violencia de su boca mientras escupía las últimas palabras.
- ¿Cómo sabés que necesito eso?
- Simple.- empezó a hacer como que escribía con el dedo índice en su frente.- V-I-R-G-E-N. Por eso acepté. -¿aceptaste?- Me mentiste muy lindo con esos ojitos marrones.- ¿te mentí?- Después en el medio del bardo me di cuenta de que sabías muy bien como se hacía esto. Lo que nos lleva a una única conclusión: novio. Ex-novio. Él fue el primero y el único ¿no?-asesinaría a tu sonrisa de todas las formas posibles.-
El mejor remedio es el silencio. Lo explica todo. Lo explica todo y demasiado bien para mi gusto.
- Los conozco de todas las clases. De la tuya particularmente se me aparecen demasiados ejemplares. Fue hace muy poco ¿no?- o vos sos muy buen adivino o yo soy tan pelotudo como para dejar al descubierto mi situación sentimental en el rostro. Me juego por la segunda.- Fue hace unos cuantos meses pero vos sentís como… “Como si hubiera sido ayer”.- hizo una voz de telenovela, posó sus manos sobre el pecho y suspiró.- Get over it. A esta altura del partido el está disfrutando de los beneficios de la soltería.
Bóxer. Pantalón. Remera. El me está diciendo algo pero no lo escucho. Una zapatilla, las dos zapatillas. Camino hasta la puerta y se me cae el pantalón hasta la mitad del traste. Del otro lado del cuarto un nene chiquito de veintiún años me muestra un cinturón blanco de cuero.
- No te vas a escapar tan fácil.
-Dámelo.
-Dame un beso.
- No, vos no querés lo que yo quiero.
- Yo si se lo que quiero, vos sos el que no sabe lo que quiere. Parecés un nene que nunca estuvo con nadie. Estás perdido.
Listo, me harté.
-Chau.
Recorrió el pasillo del hostel sosteniéndose el pantalón con la mano derecha. Alguien lo detuvo.
- Tomá.- empezó a ponerle el cinturón.-.
- La gente pide permiso sabés.- se dejó.-.
- Te estoy queriendo dar un buen consejo.
Que forma tan particular que tenés de dar consejos.
Marcos trabó el cinturón y recorrió unos segundos con la vista a Lucas. Luego se detuvo en sus ojos.
- El consejo es que vivas, que no tengas miedo. Que puede ser que lo que tuviste te guste y es a lo que estás acostumbrado pero no es nada más que tu lugar de comodidad. Salí. Comete un par de tipos. No te digo que hagas las chanchadas que yo hice, pero vos fijate. Si no vas a seguir siempre buscando flacos para enamorarte y no todos quieren eso. Perdón, no muchos quieren eso y son capaces de asumir la responsabilidad.
- Y vos sos el indicado para hablarme de esto porque…-sus caras estaban cerca, muy cerca.-.
- Porque quiero. Y porque soy un experto en el des-amor. Por ende puedo hablar de su contra cara que es el amor.
- No, vos tenés miedo de que les cuente a todos lo que te pasa-ahora soy yo el de la sonrisa.-.
- No.
La sonrisa se esfumó del rostro de Lucas.
- Viste como cambia todo.-silencio, luego sonido.- Lo que pasó en esa pieza se quedó en esa pieza. Yo puedo salir con que tenés el pito chico y quién me lo va a negar. Nadie. Podemos mentir.
- Querés mentir antes que…
- Si quiero mentir es asunto mío.-sentenció, seco.-.
- ¿Y por qué vos me podés aconsejar?
- Dejá. Date cuenta solo mejor. Nos vemos en el submarino amarillo. Bye nene.
Le dio un beso en la boca y se fue por el resto del pasillo y bajó por la escalera que conducía a la calle.
- Tomá.- empezó a ponerle el cinturón.-.
- La gente pide permiso sabés.- se dejó.-.
- Te estoy queriendo dar un buen consejo.
Que forma tan particular que tenés de dar consejos.
Marcos trabó el cinturón y recorrió unos segundos con la vista a Lucas. Luego se detuvo en sus ojos.
- El consejo es que vivas, que no tengas miedo. Que puede ser que lo que tuviste te guste y es a lo que estás acostumbrado pero no es nada más que tu lugar de comodidad. Salí. Comete un par de tipos. No te digo que hagas las chanchadas que yo hice, pero vos fijate. Si no vas a seguir siempre buscando flacos para enamorarte y no todos quieren eso. Perdón, no muchos quieren eso y son capaces de asumir la responsabilidad.
- Y vos sos el indicado para hablarme de esto porque…-sus caras estaban cerca, muy cerca.-.
- Porque quiero. Y porque soy un experto en el des-amor. Por ende puedo hablar de su contra cara que es el amor.
- No, vos tenés miedo de que les cuente a todos lo que te pasa-ahora soy yo el de la sonrisa.-.
- No.
La sonrisa se esfumó del rostro de Lucas.
- Viste como cambia todo.-silencio, luego sonido.- Lo que pasó en esa pieza se quedó en esa pieza. Yo puedo salir con que tenés el pito chico y quién me lo va a negar. Nadie. Podemos mentir.
- Querés mentir antes que…
- Si quiero mentir es asunto mío.-sentenció, seco.-.
- ¿Y por qué vos me podés aconsejar?
- Dejá. Date cuenta solo mejor. Nos vemos en el submarino amarillo. Bye nene.
Le dio un beso en la boca y se fue por el resto del pasillo y bajó por la escalera que conducía a la calle.
Lucas subió confundido las escaleras y se encontró con la poca decadencia que quedaba de la fiesta. La amiga de pelo azul le dijo algo que él no escuchó porque simplemente brotó el recuerdo.
Repasemos de nuevo: Estoy en la barra tomando algo que seguro no tenía alcohol y de pronto pasan un tema. No me acuerdo cuál tema es pero de pronto miro a dos flacos que están chapándose en un sofá. Uno de los flacos es rubio y el otro… ¿es mi ex? ¿O no es mi ex? ¿O es un flaco que se parece a mi ex de espaldas y yo flasheo que es mi ex?
Un trago, dos tragos, muchos tragos después. Me acerco sin temor al flaco más lindo de la fiesta y le como la boca, le meto la mano en el bulto, lo llevo a la pieza de mi amiga de pelo azul, lo desvisto violentamente y me lo garcho. Era yo. El zarpado en realidad fui yo. Todo empezó con eso. Con esa imagen de mi ex chapándose con otro. Soy un desastre…
-Eu papi.-si no supiese que es mi amiga torta la que me está hablando juraría que es un flaco recién salido de la cancha.- Eu papi ¿te pasa algo?
- No, nada. Me colgué.-esa maravillosa capacidad que tengo de mentir.-Voy para casa. Estuvo muy buena la fiesta. Después te cuento los detalles escabrosos Antonella.
- Ok.- sonrió. Le encanta que le hablen de sexo. Además seguro debe de estar orgullosa de mí por haberme comido a un flaco luego de seis largos meses-.
Me fui. No lo busqué a Gonzalo, que seguro tuvo la misma historia pero con final feliz. No saludé a nadie. Bajé por esa escalera y fui directo a la entrada del subte. La famosa línea B.
- Uno por favor… Gracias...
A veces es necesario hacer un viaje para olvidar, para pretender que no somos nadie en el mundo. Pretender que somos cualquiera de esos que te miran con cara desganada en el subterráneo y que con los ojos te dice “yo tengo una vida igual o más patética que la tuya, sé feliz por no ser el único” es una manera saludable de escapar a lo que uno siente. Ser cualquiera. Por ende ser todos. Por ende no ser ninguno.
No sé quién carajo soy en esta vida. No sé a dónde ir.
Una voz de mujer dulce y monótona pronunció las siguientes palabras:
- Estación “Carlos pelegrini” combinación con las líneas C y D.
-Eu papi.-si no supiese que es mi amiga torta la que me está hablando juraría que es un flaco recién salido de la cancha.- Eu papi ¿te pasa algo?
- No, nada. Me colgué.-esa maravillosa capacidad que tengo de mentir.-Voy para casa. Estuvo muy buena la fiesta. Después te cuento los detalles escabrosos Antonella.
- Ok.- sonrió. Le encanta que le hablen de sexo. Además seguro debe de estar orgullosa de mí por haberme comido a un flaco luego de seis largos meses-.
Me fui. No lo busqué a Gonzalo, que seguro tuvo la misma historia pero con final feliz. No saludé a nadie. Bajé por esa escalera y fui directo a la entrada del subte. La famosa línea B.
- Uno por favor… Gracias...
A veces es necesario hacer un viaje para olvidar, para pretender que no somos nadie en el mundo. Pretender que somos cualquiera de esos que te miran con cara desganada en el subterráneo y que con los ojos te dice “yo tengo una vida igual o más patética que la tuya, sé feliz por no ser el único” es una manera saludable de escapar a lo que uno siente. Ser cualquiera. Por ende ser todos. Por ende no ser ninguno.
No sé quién carajo soy en esta vida. No sé a dónde ir.
Una voz de mujer dulce y monótona pronunció las siguientes palabras:
- Estación “Carlos pelegrini” combinación con las líneas C y D.
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